A muchas de las personas que me escribieron preguntando como estábamos mi familia y yo, les respondí: “relativamente bien”. Creo que la mayoría entendieron que esa relatividad se refería a que, en una isla donde alrededor de la mitad de las casas habían padecido colapso total, otro tanto daños graves y medios y solo menos de 100 podían calificarse como sin daño significativo, haber quedado en una casa que perdió las tejas y cuyo segundo piso quedó arrasado, y haber pasado la noche y las noches subsiguientes encharcados, pero con algún colchón no del todo perdido; era haber quedado relativamente bien.